Lunes por la mañana visitamos junto a una de mis hermanas la página web de la Junta Departamental de Montevideo en la esperanza de que ella o mi otra hermana que se habían anotado para concursar por cargos de auxiliar administrativo en esa Institución hubieran pasado la primera y eliminatoria etapa: el sorteo.
Descargamos el archivo con la lista de los que fueron sorteados pero la suerte no las favoreció esta vez.
A esta altura, una de mis hermanas acumula un casi seguro record nacional en presentación a concursos: Banco de Seguros, Banco República, Ministerio de Vivienda, Identificación Civil, Universidad de la República, Aduanas y ahora Junta Departamental de Montevideo son algunos de los que recuerdo.
La injusta, pero según parece necesaria debido al gran número de interesados, etapa inicial del sorteo fue la barrera insalvable en la mayoría de ellos. En los que tuvo más suerte, sorteó con éxito cada una de las etapas de prueba y espera con ansiedad el llamado para empezar a trabajar mientras realiza su tesis de la carrera de Trabajo Social en la Universidad de la República.
Cuando revisamos la lista de sorteados para el concurso en la Junta no nos detuvimos a examinar quienes eran los afortunados que sí iban a poder concursar, sino muy probablemente hubiéramos notado el curioso caso de “Alfino Dellano Roto”.
Si el nombre parece ser una broma (del que lo inscribió o por lo menos de quienes lo bautizaron) su número de cédula de identidad también llama la atención: 1.111.111-1.
Según parece las inscripciones al concurso se podían hacer completando un formulario electrónico a través de la página de la Junta en Internet. Las computadoras aún no se han desarrollado lo suficiente como para percibir las sutiles bromas disimuladas en los nombres y el número de cédula ofrecido pasó sin problemas la prueba del dígito de control. Me explico, un número de cédula en Uruguay tiene siete dígitos que se asignan en forma correlativa y el octavo, el que sigue al guión, se calcula a partir de todos los anteriores mediante un algoritmo bastante sencillo permitiendo así detectar eventuales errores de digitación o de otro tipo. En el número de Alfino el dígito de control es el que corresponde.
Recién por la tarde mientras veía el informativo me enteré de este curioso caso y tal como preveía, apareció el gruñón de turno de la oposición, muy molesto con la situación y llamando a responsabilidades. Le toco a la ex diputada y actual edil del Partido Colorado, Glenda Rondán, aparecer con rostro adusto ante las cámaras diciendo que “esto es una vergüenza”. En mi opinión, vergonzoso es lo que se hace en otras Juntas y hasta gobiernos departamentales del interior, como el de Rivera, donde no hay concursos para poder ingresar y el clientelismo y el amiguismo son moneda corriente.
Aún como miembro de la dirección nacional del Frente Amplio no espero que el gobierno de mi partido “acomode” en puestos de trabajo que quedan vacantes en el Estado a mis familiares o amigos pero sí que les permita competir por esos lugares en igualdad de condiciones. La igualdad de oportunidades es la gran bandera de un gobierno de izquierda y por supuesto que va bien más allá de la mera existencia de los concursos, pero estos son un paso importante.
Por último quiero advertir, ante algunas quejas recibidas, que algunos de estos procedimientos no son a priori lo suficientemente transparentes y pueden dar lugar a través de etapas de apreciación subjetiva, delegada en ciertos funcionarios -generalmente de carrera- a un nuevo tipo de amiguismo ya no de carácter aparentemente político pero de otra índole. Tal vez sea el momento de legislar de una vez por todas obligando a todas las dependencias estatales a respetar ciertos procedimientos al momento de llenar vacantes y ocupar cargos en el Estado.
A Alfino le deseo éxito en el concurso y a Glenda que se lo tome con más calma.
Con tanta mala onda no es de extrañar que les haya ido tan mal en el gobierno.
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