El Ejemplo

La actividad política me ha llevado a tener que recorrer de una forma más asidua que lo que quisiera los cerca de quinientos kilómetros que separan mi ciudad de Rivera de nuestra capital, Montevideo. Uno se acostumbra a los viajes, a dormirse mal sale el ómnibus y el guarda recoge los boletos y despertar ya al momento de arribar. Para los viajes en la tarde he recurrido desde hace algún tiempo a la lectura. Al principio costaba leer con el vehículo en movimiento pero también ha sido cuestión de acostumbrarse, al movimiento y a la luz escasa, probablemente con algún costo a pagar dentro de algunos años.
En uno de estos viajes rescaté en una obra una crónica del día 13 de febrero de 1973 referida a Uruguay y escrita por el brasileño Luis Fernando Veríssimo, y que quisiera compartir. La traducción (no autorizada) que realizo seguramente no es la más adecuada pero creo que vale la pena.

El Ejemplo

Se dice que Bordaberry llega al balcón para saludar al público, rodeado por los jefes militares, y dice:
- ¡La democracia sobrevive en Uruguay!
El público aplaude.
- ¡El poder civil continua soberano!
El público vibra.
Ahí Bordaberry se vuelve hacia los comandantes y pregunta:
- ¿Puedo saludar?
El jefe del ejército dice:
- Puedes.
El jefe de la aeronáutica dice:
- Sólo con la mano derecha.
Y el jefe de la Marina dice:
- Pero no por mucho tiempo, sino es demagogia.

El dominio militar en Uruguay talvez incluya entre sus medidas moralizadoras de la vida pública la censura al cine. Allá se van nuestras últimas esperanzas de ver el Último Tango en Montevideo.
La Suiza de América Latina… La comparación es injusta con Uruguay. Suiza no es un país, es un paisaje. Allá la leche sale de la vaca ya pasteurizada, no hay noticias de un microbio que haya hecho carrera en Suiza. Tierra de relojeros y banqueros, gente fría y secreta, eficientes como la muerte. El último ciudadano que levantó la voz en Suiza fue enterrado por una avalancha. La estabilidad política es un atributo congénito del Suizo, una condición de vida, como las escamas en el pez.
Ya en Uruguay, la estabilidad ha sido un penoso juego de equilibrar, un ejercicio deliberado de contención y control en lugar de una predestinación natural y por lo tanto con mucho más méritos. La predestinación Uruguaya era latina, anti Suiza, pero ellos la negaron hasta ahora, hasta ayer. Consiguieron sobrevivir a crisis sucesivas sin sacrificar las amenidades cívicas de un régimen nórdico, incluso una irrestricta libertad de expresión, ¿la recuerdan?
Suiza, en Europa, no es nada. Sus únicas contribuciones a la civilización fueron Calvino y el fondue de queso. Uruguay, en América latina, era un ejemplo admirable. Hasta ayer.

El 12 de febrero de 1973 los militares dieron un golpe en Uruguay, manteniendo al presidente electo en 1971 Juan María Bordaberry y cerrando el Parlamento, terminando con las instituciones democráticas. En esa misma época “El Último Tango en Paris” (1972), film dirigido por Bernardo Bertolucci con María Schneider y Marlon Brando, estaba prohibido en Brasil por la censura. (Nota del Editor)

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