Tuve el honor de participar en la discusión de la mesa Política Nacional del Frente Amplio,acerca del texto de Reforma Constitucional que posteriormente presentara nuestra bancada de legisladores y que el 25 de octubre será sometido a la consideración del Pueblo Uruguayo cuando la elección nacional.
El Frente Amplio viene promoviendo desde largo tiempo algún mecanismo que permita a quien reside en el exterior, pero siga vinculado a su patria como ciudadano y como persona, que pueda ejercer el derecho fundamental de elegir a las autoridades y participar de la política de su país.
Estudios realizados por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, basados en datos del Instituto Nacional de Estadísticas entre otros, estiman que existen alrededor de 460.000 uruguayos residiendo en el exterior, algo así como el 15% de la población que vive actualmente en el Uruguay. Son números impresionantes, en términos relativos al número de residentes y consecuencia de un flujo migratorio permanente durante décadas y que recién este último año (celebremos) se ha revertido fruto de la coyuntura internacional y de la confianza que hoy ofrece nuestro país hacia el mundo.
Otros países como Francia, Italia, España e incluso el vecino Brasil habilitan mecanismos de participación de los no residentes en la vida política y en particular en las elecciones. Muchos Uruguayos votan en estos y otros países.
Otra vez blancos y colorados quieren hacer parecer como descabelladas estas propuestas que en cambio ya se aplican con éxito en países con democracias muy desarrolladas. Hemos escuchado decir, yo creo que con razón, que el mayor capital de un país está en su gente. Otros países lo saben bien y realizan importantes esfuerzos para mantener el vínculo con esos ciudadanos, quienes participan activamente en la vida política del lugar de origen y no tienen dificultades, en un mundo globalizado, de conocer lo que sucede en su país incluso con más detalle que algunos residentes.
Uruguay viene haciendo durante estos últimos años ingentes esfuerzos para vincular y tender redes hacia estos compatriotas. Se creó el Departamento 20 a nivel de la Cancillería y ayer mismo asistí orgulloso un informe de la BBC de Londres sobre las clases dictadas por docentes uruguayos a residentes en el exterior vía Internet.
Muchos de los que viven en el exterior quieren volver, quieren seguir siendo uruguayos y ejerciendo plenamente su derecho a elegir el destino de su país. Muchos ya lo hacen, regresan para votar. Por nuestra frontera por ejemplo, ingresan en instancias electorales muchos electores provenientes de Brasil. No así los que no pueden costearse el viaje; se trata también de igualar oportunidades. Los no residentes envían remesas a Uruguay en un monto cercano a los 100 millones de dólares anuales, o sea que son además actores no despreciables de la economía del país.
En contra, he escuchado hasta ahora dos argumentos. El primero, de que sólo deben votar los que van a “soportar” al gobierno que eligen. De hecho ya he argumentado que la legislación actual no prohíbe a quienes viven fuera del país a que viajen y voten; por lo tanto no me parece un argumento válido.
El segundo, un poco más sofisticado, hace referencia al carácter secreto del voto lo que no estaría garantizado por su carácter epistolar. Son opiniones respetables pero sospecho que es buscarle la quinta pata al gato. Reitero: lo hacen muchas y bien conceptuadas democracias en el mundo y aclaro: el texto que presentamos no impide otras formas que eventualmente la Corte defina para la participación de los no residentes: voto consular, por vía electrónica, etc.
Al decir de Galeano: “No hay que olvidar que también hay que votar contra la mutilación del Uruguay, porque los uruguayos no somos sólo los que vivimos aquí."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario