"El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo acaso más
que para engañar a los otros”
Jaime Balmes (1810-1848)
¿Es el aborto una práctica corriente en el Uruguay?
¿Conoce usted a alguien - familiar, amiga o vecina - que se haya practicado el aborto?
De hecho, las estimaciones más conservadoras sobre la práctica de abortos en Uruguay hacen referencia a un número cercano a los 33.000 abortos al año (más de 90 por día).
La legislación actual prevé penas - las más leves - desde 6 meses a 2 años de prisión.
Sin embargo son pocos los casos que salen a luz y en que la ley se aplica, generalmente se trata de aquellos casos que tuvieron alguna “complicación” de orden médico.
Las mujeres con más posibilidades económicas practican el aborto en clínicas especializadas: “allí la operación es legal, porque las pacientes firman una constancia de que se encuentran menstruando en ese momento y que se realizarán una aspiración de la misma…” (Revista Posdata, 1997).
Las menos pudientes concurren a clínicas clandestinas, de condiciones precarias, la mayoría de las veces con la ausencia de un médico. Son sin duda las que más se exponen a complicaciones tanto de orden médico como también legal. Aún las hay quienes practican procedimientos “caseros”: las agujas de tejer, el perejil, etc.
En resumen, el principal objetivo de una pena no es llegar a su aplicación sino su carácter disuasivo, lo que a todas luces no sucede en el caso de las leyes que penalizan el aborto en nuestro país. En efecto, la sociedad uruguaya aunque pretenda esconderlo, ha tornado obsoleta la legislación actual.
Todo esto redunda en que el planteo aborto sí o aborto no (o aún en su versión más fundamentalista: no a la vida o sí a la vida) es un falso dilema que pretende zanjar la cuestión por cuestiones dogmáticas.
La oposición de esa índole no tiene en cuenta la realidad, la esquiva e intenta esconderla. Crea un grave problema de salud reflejado en la mortalidad materna.
Significa la discriminación de las mujeres más pobres, que como ya dije son las que se exponen a los más serios riesgos. Significa además perder la oportunidad de correr el velo sobre este tema y dar un paso más hacia una sociedad menos hipócrita, que encare de frente sus problemas.
Significa principalmente abrir mano de la posibilidad de disminuir el número de muertes (de madres pero también de niños) a través de la información que brindada adecuadamente permita disuadir la práctica abortiva y mostrar caminos alternativos.
Pido disculpas especialmente a las mujeres por opinar acerca de este tema en el que seguramente son ellas las más calificadas para hacerlo; quizá sea bueno recordar además que para cada mujer que decide abortar debe existir un hombre que generalmente, por acción u omisión la estimula a hacerlo.
J. Fabián Fontoura Cairello
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